Cancún, Quintana Roo

Una aliada de la inseguridad

Lunes 23 Noviembre 2015

 

En Órbita

 

Las estadísticas reflejan una percepción de inseguridad aumentada por hechos concretos, en un periodo corto, que no significan necesariamente un incremento de violencia contra mujeres en Cancún.

 

La violencia tiene dos dimensiones: la inseguridad que implica violencia objetiva y la percepción de inseguridad, o sea, la sensación de temor, propia del ámbito subjetivo. Esta última es miedo generado por violencia directa o indirecta.

 

Irónicamente, este año ha sido el menos violento para ellas, aunque pudiera ser el peor en cuanto a impresión. Según cifras de la Procuraduría de Justicia, en 2012 se registraron 18 homicidios dolosos contra mujeres en la ciudad; en 2013 fueron 12; en 2014, 10, y en lo que va de este año contabilizan 8. Sin embargo, en las últimas semanas hubo marchas y mítines por los homicidios conocidos.

 

La razón de dicha apreciación reciente se explica porque se dieron en apenas unos días, a la desinformación y a la propagación de ese miedo en redes sociales u otras plataformas. Además, el modo y el morbo con que ocurrieron ayudaron a agravar la conmoción, la cual cuesta disipar.

 

Pero hay algo más que vale la pena resaltar. Hoy el tema de la seguridad se ha instalado como prioridad local y nacional. En 2012, por ejemplo, en Cancún se hablaba de la falta de servicios públicos en primer lugar: en la administración de Julián Ricalde Magaña, los tópicos frecuentes eran baches y basura, debido al pésimo estado de las calles y a los paros laborales de los choferes de camiones recolectores o a las rutas mal diseñadas. En segundo lugar estaba la inseguridad.

 

Lo anterior, de acuerdo con sondeos de equipos de campaña de la época, en el marco de la transición política que concluyó en la alternancia en Benito Juárez, en manos de Paul Carrillo de Cáceres desde septiembre de 2013, para situar en contexto los números y los datos expuestos.

Hoy, con el tema de los servicios funcionando, la prioridad es la seguridad. Aquí, la recoja de basura, la rehabilitación de calles, la iluminación, la construcción de áreas deportivas y el rescate de espacios públicos, son asuntos que también se entienden como medidas preventivas y por los que no hay queja constante como en otros años.

 

Aunado a lo anterior, está el trabajo específico: las más de 100 patrullas entregadas en dos años, las campañas alusivas en medios de comunicación, la sensibilización en cuestiones de derechos humanos, los programas de proximidad policial, el fomento de la denuncia, la participación ciudadana y la facilidad para contactar por cualquier vía a la autoridad. Esto y lo anterior explican por qué se redujo la cifra de asesinatos.

 

La percepción, cual aliada de la inseguridad, también debe trabajarse. Antes hay que conocerla. Se trata de un imaginario construido en la sociedad, desde delitos conectados o no entre sí, hasta la falta de medidas preventivas, a la ausencia de organización social, o incluso de la precaria institucionalidad. Esa sensación puede darse antes o después de un acontecimiento.

 

En este sentido, tanto el gobierno como los medios de comunicación, la sociedad civil organizada y los líderes de opinión tienen una gran responsabilidad; y por estas fechas, una gran oportunidad. Un solo homicidio doloso (de un hombre o una mujer) es suficiente para levantar la voz y exigir justicia ante quien corresponda. Lo mismo en cuanto a violaciones y violencia familiar, cuyas estadísticas no son favorables. Pero hay que hacerlo con responsabilidad, respeto y conociendo los antecedentes, para prevenir y solucionar.

En Cancún, y en el país en general, la percepción negativa afecta incluso más que ciertos hechos consumados. Contra la inseguridad, hay que insistir desde un enfoque integral.

Las estadísticas reflejan una percepción de inseguridad aumentada por hechos concretos, en un periodo corto, que no significan necesariamente un incremento de violencia contra mujeres en Cancún...

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